La comedia frenética de David Zucker, Jim Abrahams, y Jerry Zucker con la que se construyó el humor paródico de los ochentas era otro mundo. Los homenajes del final producen más furia que alegría y da pena ver a tanta gente haciendo un producto tan malo. Ojalá no tenga secuelas, pero sí las tiene, sinceramente, no es mi problema, no me acercaré nunca más a estas nuevas versiones de esa gran comedia llamada La pistola desnuda.
Un par de días luego del estreno de ¿Y dónde está el policía? (The Naked Gun, Estados Unidos, 2025) se supo que sus protagonistas, Liam Neeson y Pamela Anderson, estaban saliendo como pareja. Esto es, por lejos, lo único rescatable de la experiencia bochornosa de esta remake/secuela del clásico de la comedia La pistola desnuda (The Naked Gun: From the Files of Police Squad!, 1988) protagonizada por el gran Leslie Nielsen, inspirada a su vez en la serie de televisión de seis episodios con el mismo actor. Desde ya, vaya una disculpa para el actor, que aquí recibe varios homenajes, pero que en definitiva es insultado por semejante atropello cinematográfico. Una pena, porque la película no es mediocre, es furiosamente mala. Si alguien tiene el deseo de levantarse en mitad de la función, le aconsejo que lo haga, porque no hay justificación para tolerar los eternos noventa minutos que dura. Liam Neeson hace el peor trabajo de su carrera, en un rol que le queda mal, incómodo, y dónde incluso los chistes de diálogo se le escapan por completo. Actor y rol no son compatibles, la magia no ocurre.
El teniente Frank Drebin Jr. (Liam Neeson) sigue los pasos de su padre y lleva adelante una investigación policial donde el principal sospechoso de un posible asesinato es el magnate tecnológico llamado Richard Cane (Danny Huston, todavía más incómodo que Neeson en el rol). La hermana de la víctima es una escritora de policiales llamada Beth Davenport (Pamela Anderson, relajada, pero igualmente fallida) y entre Beth y Frank surgirá el amor. Lo que definitivamente no surge es el humor. De los cientos de chistes que tiran a la pantalla, tal vez cinco sean medianamente graciosos, pero ninguno de ellos realmente bueno. La mayoría está de la mitad hacia el final de la película, pero el daño está hecho y el saldo sigue siendo más que negativo. La comedia frenética de David Zucker, Jim Abrahams, y Jerry Zucker con la que se construyó el humor paródico de los ochentas era otro mundo. Los homenajes del final producen más furia que alegría y da pena ver a tanta gente haciendo un producto tan malo. Ojalá no tenga secuelas, pero sí las tiene, sinceramente, no es mi problema, no me acercaré nunca más a estas nuevas versiones de esa gran comedia llamada La pistola desnuda.

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