La expansión de Stratus o Frankenstein refleja cómo el SARS-CoV-2 sigue mutando y generando subvariantes recombinantes con mayor capacidad de transmisión y evasión inmunológica. Ya representa el 60% de los casos en el mundo y desplazó a otras subvariantes de la familia Ómicron. La vacuna como gran escudo para no sufrir casos graves
La subvariante XFC de Ómicron de COVID-19, popularmente llamada “Frankenstein” o Stratus, comenzó a ganar protagonismo desde que fue detectada en enero en Asia. Con el correr de los meses se convirtió en un indicador de la forma en que el virus sigue evolucionando.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente representa el 60% de los casos globales, y un síntoma puntual marca la diferencia con respecto a otras cepas conocidas: la ronquera que genera en quienes se infectan. Estos signos clínicos se han vuelto especialmente relevantes en un contexto en que los testeos masivos ya no se realizan con frecuencia, y los diagnósticos se basan principalmente en la observación clínica.
La población enfrenta una disminución significativa de la inmunidad: en 2025, más del 99% de los argentinos no recibió ninguna dosis contra COVID-19, según datos del Registro Federal de Vacunación Nominalizado (Nomivac). Solo el 0,65% de los mayores de seis meses aplicaron la vacuna, mientras que en todo 2024 la cobertura fue del 3,8%.
“Esta nueva variante de Omicron XFG, es un sublinaje de Ómicron que tiene una mayor capacidad de escape inmunológico a la inmunidad previa y a las vacunas también. Así que es probable que siga creciendo, pero como ha ocurrido anteriormente, también es probable que aparezca un sublinaje de la variante”, explicó a Infobae Pablo Bonvehí, médico infectólogo, jefe de Infectología de CEMIC y miembro de la Comisión de Vacunas de SADI.

Qué distingue a Frankenstein de otras variantes
XFG es el resultado de la recombinación de las subvariantes LF.7 y LP.8.1.2 de Ómicron, un proceso que fue comparado en varios medios internacionales con la creación del “monstruo” de Mary Shelley, por su naturaleza híbrida, de ahí deriva la denominación popular de “Frankenstein”.
Se diferencia de otras variantes principalmente por su perfil de síntomas y su capacidad de evadir parcialmente la inmunidad. El virus combina segmentos de diferentes linajes de Ómicron, lo que le otorga características particulares que lo hacen relevante en el seguimiento epidemiológico.
El síntoma distintivo de la disfonía permite a los profesionales de la salud reconocer con cierto grado de certeza la presencia de la subvariante, incluso sin pruebas de laboratorio. La coincidencia de este signo con la temporada fría, cuando las alergias empiezan a manifestarse, podría generar confusión, pero los especialistas destacan que la atrofia vocal pasajera provocada por el virus tiene características propias que la diferencian de la irritación por polen o pólenes estacionales.
En cuanto a las características propias, se trata de un cuadro habitual respiratorio alto que se asocia a la característica de producir disfonía o ronquera. Pero si no son los cuadros clínicos típicos de congestión nasal, un poco de dolor de cabeza y hasta fiebre.
El comportamiento de Frankenstein se da en paralelo a un patrón global que muestra cómo el virus sigue evolucionando y generando recombinantes capaces de adaptarse a diferentes condiciones inmunológicas. La XFC comparte con otras variantes de Ómicron la alta transmisibilidad, pero los reportes actuales no indican un aumento significativo de la gravedad de la enfermedad, lo que coincide con la tendencia observada en variantes anteriores: altamente contagiosas, pero aparentemente menos letales que las cepas originales.

Aun así, los expertos señalan que “actualmente no hay evidencia clara de que la XFG cause una enfermedad más grave ni síntomas significativamente diferentes a los de las variantes Ómicron anteriores”, y que el riesgo para la salud pública a nivel global sigue siendo bajo. Entre los síntomas reportados, algunos pacientes presentan ronquera, sequedad e irritación de garganta, aunque los signos principales son similares a los de otras infecciones de COVID-19, incluyendo fiebre, tos, dificultad respiratoria y fatiga.
La OMS confirmó que las vacunas actualmente aprobadas deberían seguir siendo eficaces contra Stratus para prevenir enfermedad sintomática y grave. Los síntomas de Stratus o Frankenstein muestran la necesidad de mantener la vigilancia clínica. La vacunación sigue siendo importante en los refuerzos, fundamentalmente primero en la población de muy alto riesgo, como son los adultos muy mayores con muchas comorbilidades y los inmunocomprometidos, donde sigue siendo efectiva para disminuir hospitalizaciones y mortalidad”.
La sequedad de garganta y la ronquera aparecen como signos anecdóticos, mientras que los síntomas más comunes incluyen fiebre, tos, dificultad respiratoria, dolor de garganta, congestión nasal, pérdida de gusto u olfato, fatiga, dolores musculares, dolor de cabeza y náuseas. La identificación temprana de estos signos permite tomar decisiones rápidas sobre aislamiento y cuidado, reduciendo la propagación comunitaria.

Con información de Infobae por Víctor Ingrassia.