Esta historia se remonta a tiempos de la colonia. Un muy acaudalado caballero español, que vivía lleno de comodidad en su finca, disfrutaba mucho de descansar bajo la sombra de un frondoso árbol de tamarindo.
El hombre contrajo matrimonio con una jovencita muy bella. Pero según comentaban las malas lenguas, la muchacha solo se había casado por el dinero del hacendado.
Al poco tiempo el hombre murió de forma inexplicable, bajo el árbol de tamarindo donde siempre solía descansar. La viuda se dedicó a gastar la fortuna del difunto y se divertía sin guardar luto por su esposo.
Pero poco después ella, en una de sus acostumbradas juergas, sufrió un accidente en la finca y murió sin confesión.
Los empleados de la finca, huyeron asustados, porque el alma en pena de la viuda, vagaba en las noches, buscando una nueva víctima.
Cuentan que, por las noches, cuando salían los hombres en busca de un trago y de amigos para divertirse, se les cruzaba por su camino la silueta de una mujer. Parecía que sus pasos rápidos, componían una danza seductora.
La misteriosa señorita usaba un vestido oscuro y un manto, típico de la época.
Los hombres, presa del alcohol, eran maravillados por su juvenil silueta, aparente belleza y misticismo mágico, pronto se encontraban siguiéndola, como si estuvieran hipnotizados, para poder cortejarla.
Las noches eran oscuras, porque el alumbrado público casi no existía en las ciudades del Ecuador, por este motivo, los intrépidos individuos que se atrevían a seguirla, no alcanzaban a ver claramente el rostro de la mujer, pero se dejaban llevar por la sombra de la silueta y un misterioso perfume que la rodeaba.
La caminata los llevaba, por largos trechos, hasta el árbol de tamarindo que se encontraba en medio de la finca. En este lugar, la mujer se quitaba el pesado manto y se acercaba a los hombres para que vieran de cerca su horrible cadáver, solamente veían los huesos y las cuencas vacías de los ojos.
De inmediato, aquellos hombres que miraban fijamente a la viuda del tamarindo, caían al piso paralizados del miedo y comenzaban a soltar espuma por la boca. Tras unos minutos, ellos morían.
Datos interesantes:
El tamarindo (Tamarindus indica) es un árbol tropical que se mantiene siempre verde, fácilmente puede llegar hasta los 30 m de altura, longevo y de crecimiento lento; el árbol es originario de África, pero hoy se lo encuentra en muchas partes del mundo, incluida las campiñas manabitas. Portoviejo es mundialmente conocida como “La ciudad de los Reales Tamarindos”.

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