Cacería de brujas (Después de la cacería en el original, algo muy distinto) es una película dirigida por Luca Guadagnino que tiene guión de Nora Barrett. Un drama que perfectamente podría ser una obra de teatro pero que el realizador sabe construir con herramientas narrativas bien cinematográficas. Aun así, con todo su trabajo, se rinde igualmente a un guion que adolece de una notable sobreescritura, con cada diálogo y situación ubicados no con precisión sino con frío exceso de opinión para armar las ideas de la película. Esto no significa que sea un mecanismo de relojería, más bien lo contrario, porque fuerza situaciones y mueve la trama de manera algo arbitraria. Una película que reflexiona sobre varios de los temas de hoy en el ámbito intelectual y académico, pero no lo hace de una forma que se vea original o particularmente interesante.
Alma (Julia Roberts), una profesora universitaria de Yale, se encuentra en una encrucijada personal y profesional cuando su estudiante estrella, Maggie (Ayo Edebiri), acusa a uno de sus compañeros de trabajo, otro profesor, Hank (Andrew Garfield) de haber abusado de ella. Al mismo tiempo, un oscuro secreto del pasado de Alma amenaza con salir a la luz. A pesar de tener un afectuoso marido terapeuta Frederik (Michael Stuhlbarg), Alma se mantiene fría y distante, ocultando cosas que, luego de años, parece están afectando su salud. Maggie representa todas las ideas de la cultura woke, mientras que los demás están cansados de ese paradigma de la nueva generación. ¿Pero eso significa que es mentira la acusación? La contrapartida es que Hank dice saber que Maggie ha plagiado por completo a otro autor todo su trabajo. Y una cosa más: Hank y Alma compiten por un mismo cargo y a la vez parecen tener algo más que una amistad profesional. La mencionada sobreescritura.
Luca Guadagnino es el director de Llámame por tu nombre, Desafiantes, Queer y un gran número de publicidades de marcas de moda de primer nivel. Acá no consigue dar en esa tecla sensible e intelectual que ha sido la característica de sus mejores películas. Todos dan lo mejor en sus actuaciones, pero es muy difícil sentir algún tipo de simpatía por algunos de los personajes. Esta distancia no debe ser casual y tal vez la haya elegido para reflexionar sobre los tiempos que corren y compararlos con los tiempos que corrían antes. Otros títulos ya pasaron por ahí antes. Los títulos de la película son blanco sobre negro con la misma tipografía que ha usado Woody Allen en los últimos cincuenta años. En la era de la cancelación, homenajear a Allen es una declaración de principios y es también un pequeño spoiler en la trama donde termina de acercarse al director de Manhattan.
Santiago Garcia
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