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Nuevos tiempos, nada es permanente
Por Néstor Romero Mendoza
Publicado en 14/08/2025 09:37 • Actualizado 16/08/2025 09:12
PENSAR
Imagen tomada de Read Academy

 La última pandemia alteró la realidad, aceleró procesos cognitivos, especialmente en el manejo de nuevas tecnologías. Hoy leemos más, a partir de lo queremos. Ya nadie se deja manipular. Vivimos hiperconectados. La lógica de la modernidad líquida es que todo cambia, y constantemente. Nada permanece. Nada. Nadie

 

El mundo cambió. La cotidianidad tal y como la conocíamos cambió. Quizás el mayor punto de quiebre para llegar a lo que somos hoy fue la década de 1960, un período de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales a nivel mundial, tanto por la Guerra Fría, el surgimiento de movimientos por los derechos civiles y libertades, la contracultura yendo junto a la par de nuevos estilos en la música y el arte, la exploración espacial. En Ecuador, salvo la inestabilidad política de esos años y que parece parte de nuestra idiosincrasia, inició un proceso de modernización económica, impulsado por el boom de las exportaciones de banano y el desarrollo de nuevas industrias.

Desde entonces, la gente se empezó a volver más autónoma en la justa medida en que accedía a las tecnologías para informarse y tomar posiciones por encima de ideologías, partidos políticos, cualquier otra organización intermedia similar e incluso el cacique del pueblo que ejercía su metro cuadrado de poder con la autoridad otorgada por los astros o dioses, según la creencia. La masificación del acceso y uso de la internet profundizó el fenómeno autonomista, conectando directamente a los ciudadanos con sus intereses y provocando una crisis descomunal de las entidades propias de la democracia representativa y del establecimiento, como la Iglesia. La mayoría sintió y actuó, ya no quería ser representado por algo o alguien único, sino que puso sus aspiraciones, interpretaciones, objetivos y sueños como centro de sus actitudes, aptitudes y decisiones. La política no escapó de aquello, por lo menos para los occidentales.

La última pandemia alteró la realidad, aceleró procesos cognitivos, especialmente en el manejo de nuevas tecnologías. Hoy leemos más, a partir de lo queremos. Vivimos hiperconectados. Cada día son menos posibles los abusos de poder, los autoritarismos y la aplicación de la “sabiduría criolla”. La sociedad del siglo XX está en crisis terminal. Ejemplo, en la sociedad horizontal en que nos desarrollamos, donde todos queremos ser tratados por igual, y de “verdades líquidas”, como lo conceptualiza Zygmunt Bauman, lo que piensen y dicen los tradicionales líderes de opinión política en medios de comunicación y/o la esfera digital, despierta cada vez menos interés entre la gente, al punto de que las ideas con las que pretenden influir a la sociedad, no solo ya son irrespetadas sino ridiculizadas. Es probable que una batalla de Tik Tok tenga más audiencia que cualquier noticiario.

No es que aquello sea bueno o malo, son cosas que pasan, es la vida en la cuarta revolución industrial que apenas está empezando en Ecuador. Ya nadie se deja manipular. Las decisiones responden al interés particular, a afectos o desafectos, agrados y desagrados, que son potenciados por la realidad que atraviesa.

Muy pronto llegará la totalización de la robotización, la computación cuántica comenzará a resolver problemas que actualmente son intratables y complejos, y la inteligencia artificial continuará transformando rubros que provocarán la destrucción masiva de los actuales empleos, aunque potenciará la aparición de otros. El conocimiento será piedra filosofal.

Mientras el mundo anticipa avances significativos, Ecuador debería encauzar soluciones más rápidas y contundentes por lo menos a sus dificultades más básicas. La imagen de agentes de tránsito bacheando carreteras en Manabí no es poca cosa. Lo de salud alcanza niveles trágicos, de acuerdo a investigaciones periodísticas. 4.619 homicidios intencionales se registraron en el primer semestre de 2025, según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO), que representa un incremento del 47% respecto del mismo periodo del 2024 y la más alta registrada semestralmente en la historia reciente del país. Los ecuatorianos no superaremos nuestros problemas de fondo si no tenemos la grandeza para llegar a acuerdos que nos permitan enfrentar una de las más graves crisis multisectorial, fortaleciendo las instituciones y sus servicios a la ciudadanía. Lo contrario es seguir dispersos. Tinieblas.

La lógica de la modernidad líquida es que todo cambia, y constantemente. Nada permanece. Nada. Nadie.

 

 

Néstor Romero Mendoza

Articulista www.vibramanabi.com

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