La ficción es el mundo del invento. La realidad es el mundo del invento. Depende de quién y cómo se cuente, nos adentramos en ese túnel. A alguien siempre le pasa algo. Danny Cho y Amy Lau, son dos extraños a los que la existencia los topa por un arranque de ira y a los que luego los somete el rencor y la compasión.
Amy es una empresaria económicamente satisfecha, con una vida poco vivida como la de quien pasa décadas haciendo lo mismo desde lo utópico de una silla y un escritorio, dentro de la caja. Danny es un obrero más del mundo que en la búsqueda de clientes se le va su tiempo y los momentos. En el parqueadero de una tienda, los vehículos de Danny y Amy por poco chocan, y por ello trasladan sus furias a la carretera con una persecución que acaba cuando ambos vehículos empiezan a estropearse producto de los excesos de velocidad y subidas de veredas. Finalmente, Amy se va en lo suyo y Danny alcanza a anotar su número de placa para luego buscarla. Y aquí arranca “Bronca” (2023-Netflix) y sus 10 episodios que, por momentos con drama y algo de humor negro, va develando las contradicciones permanentes que atraviesan Danny en su individualidad y Amy en la suya, así como las experiencias habidas que los llevaron a ser lo que son. Bronca es una serie sobre la existencia, sobre vivir, morir o matar rompiendo convicciones frágiles ante las circunstancias. Todos son lobos y ovejas, dependiendo de quien administre la verdad. Están los que traicionan, los traicionados, los que se autotraicionan, los que defienden lo propio, los que mienten, los que se aferran al poder. No hay vértigo. Es estar frente a un espejo preguntando qué es lo perfecto. ¿Hay escenas que están demás? Tal vez. ¿Pudo haber sido más corta en episodios? Tal vez. Lo que sí se acerca al absoluto es que la historia en general, creada por Lee Sung Jin, no tiene desperdicio y por ello sus reconocimientos internacionales.
Bronca (Beef, en idioma original) es una serie poco referida en Ecuador, en comparación a otras ficciones fascinantes como The Walking Dead, donde lo más interesante no son los humanos luchando por sobrevivir contra los zombies, sino como los humanos desnudan sus dilemas y que se aniquilan entre ellos por poder y dominio. Deshumanización. Como hoy.
Hay muchas series perfectas. Otras no. Cuando dos soledades se encuentran para darse guerra y paz surge lo posible. Para que una obra sea arte tiene que tener una razón, un sentido de ser, de estar pensada, con capacidad de confrontar a su autor contra el mundo y contra sí mismo, inclusive, porque el arte es en esencia rebeldía, ver la vida fuera de la caja.
Néstor Romero Mendoza
