Desde la antigüedad, la verdad fue interpretada por grandes pensadores desde lo objetivo, subjetivo, absoluto y relativo. Mas allá de que nuestros supuestos y, en ocasiones, mundos imaginarios dominan en nuestra vida, quizás el método científico permite acercarnos a la realidad y lograr una visión más racional, sin extraviarnos en yocrequeismo”. Entender cambia la vida. Cuestionar y dudar, también.
Hay que dudar siempre. Dudar de todo. La duda es el motor para alcanzar luces y certezas y racionalizar realidades, sentir, creer y actuar, mas no para conseguir verdades definitivas, pues ésta estará constituida proporcionalmente no solo por el conocimiento, sino por las creencias heredadas del entorno más primario (la familia) y adquiridas de las circunstancias físicas, sociales y culturales que nos rodean y que terminan influyendo en las visiones y los comportamientos que asumimos como propios y utilitarios a nuestros objetivos. Una variable en esto es que el estrés y la adversidad en la infancia pueden dejar huellas duraderas en el desarrollo cerebral, mismo que sigue en plena construcción hasta mediados o finales de los 20 años.
Quizás algunos hechos recientes puedan ejemplificar la duda como elemento fundamental para pensar y existir:
El influencer de Dios. El domingo 7 de septiembre pasado, el papa León XIV canonizó a Carlo Acutis, reconocido dentro del catolicismo más novel como el “Discípulo Digital”. Se convirtió en el Primer Santo Millennial de la historia. Acutis murió en 2006 a los 15 años, padecía leucemia aguda. Para sus seguidores, era un chico común que hacía cosas extraordinarias, un típico adolescente italiano que iba al colegio, gustaba del deporte y amaba a los animales, pero que además llevaba comida a los pobres, asistía a misa todos los días y utilizó sus conocimientos en tecnología para difundir la fe. Su legado más conocido es el sitio web que creó sobre los llamados milagros eucarísticos, disponible en casi 20 idiomas diferentes, donde recopila datos sobre los 196 acontecimientos aparentemente inexplicables a lo largo de la historia de la Iglesia relacionados con la Eucaristía, que los fieles creen que es el cuerpo de Cristo. Así, Acutis se ganó la canonización y el apodo de “influencer de Dios”.
Sobre lo de Acutis hay otra visión. “La canonización es una cuestión de marketing”, piensa Kathleen Sprows Cummings, profesora de historia de la Universidad de Notre Dame, para quien la popularidad de Acutis es “el resultado de una campaña concertada de la Iglesia, pues resulta atractivo para los jóvenes y para la Iglesia institucional, por utilizar la tecnología de forma positiva para difundir su profunda creencia en los milagros eucarísticos en un momento en el que muchos católicos no creen que Cristo esté verdaderamente presente en la Eucaristía”. Ella es autora de un interesante libro “A Saint of Our Own: How the Quest for a Holy Hero Helped Catholics become American” (Un santo propio: cómo la búsqueda de un héroe santo ayudó a los católicos a convertirse en estadounidenses).
De ambas perspectivas, ¿dónde está la verdad?
Inteligencia Artificial. Desde hace dos milenios y medio los griegos se cuestionaban si ¿hay una manera correcta de educar? Pese al tiempo, las experiencias y los experimentos realizados en el mundo, no hay una respuesta única y ni concluyente. Los sistemas son diversos. Para el académico Ricardo Israel, “al menos en lo que llamamos Occidente, cada generación y cultura han tratado de encontrarla”. Y en esa búsqueda aún, desde el 2024 irrumpió en la cotidianidad humana una nueva disyuntiva, acerca de la usabilidad de la inteligencia artificial (IA) en los ámbitos, sobre todo, educativos, de salud y profesional en general.
La IA amplificará el poder de los humanos, o al menos así lo dejan entender los profetas del futuro como Ray Kurzweil, para quien “la fusión de los humanos y las máquinas dará paso a una superinteligencia divina e inmortal que se expandirá sin límites por el cosmos. A partir de 2032, tu salud retrocederá en el tiempo: por cada año que vivas, ganarás otro”; es decir, probablemente estamos asistiendo al fin de la muerte, a causa de los avances significativos de la IA en diagnósticos médicos y toma de decisiones, la robótica de precisión quirúrgica, telemedicina, la impresión 3D y bioimpresión.
Y, sin embargo, pese a todas estas posibles potencialidades, aún se cuestiona cómo evitar los costos sociales negativos de la IA. Los optimistas tecnológicos aseguran que en la suma histórica no hay nada en el pasado que nos permita afirmar que existirán menos empleos como consecuencia de tal avance tecnológico, ya que junto con aquellos que se destruyen aparecen los nuevos que se crean, tal como ocurrió con la internet. Pero los pesimistas contraargumentan que la revolución de la IA es distinta a las anteriores, ya que el cambio será tan rápido y en tantos sectores, que esta vez la desaparición de empleos superará a la capacidad de la sociedad para establecer nuevos, reflexiona Israel.
Si el pensamiento de Kurzweil lo aterrizamos en Ecuador es por largo una utopía, quizás, debido a las complejidades que ya parecen formar parte de la normalidad, como las del sistema sanitario y el contexto de violencia criminal (más de 1 500 días consecutivos de asesinatos, cerrando el primer semestre de 2025 con 4 619 homicidios, 47 % más que en el mismo periodo del 2024, año en que hubo 6 964 en sus 12 meses, según registros de la Policía Nacional.
¿Dónde está la verdad?
Verdad y realidad. Desde la antigüedad, la verdad fue interpretada por grandes pensadores desde lo objetivo, subjetivo, absoluto y relativo. Mas allá de que nuestros supuestos y, en ocasiones, mundos imaginarios dominan en nuestra vida, quizás el método científico -la observación, formulación de hipótesis, experimentación, análisis de resultados y conclusión- permite acercarnos a la realidad y lograr una visión más racional, sin extraviarnos en “yocrequeismos”.
Como asesor de comunicación estratégica intento trabajar sin prejuicios. Los dogmas nublan el bosque. Es mejor leer, releer, revisar hipótesis, contrastarlas con datos objetivos, tanto históricos como actuales, que una vez segmentados ayudan a comprender la realidad. Si lo obtenido falla, se desecha y se busca otro. Por la misma naturaleza del trabajo, conozco a interesantes políticos de izquierda, derecha, centro y extremos, istas y antis, quienes tienen cosas que decir por sus causas. Hay que escuchar. Hay que aprender a aprender.
Y las posibilidades son inmejorables. Tenemos disponible en la red más de 130 millones de libros que Google, Internet Archive, Open Library y la Biblioteca Mundial han digitalizado; para quienes gustamos de audiovisuales están accesibles más de 5 mil millones de videos en YouTube; las plataformas de streaming poseen miles de series, películas y documentales, tan solo Netflix tiene un catálogo que supera los 4.000 títulos; anualmente se publican más de 6 millones de artículos científicos en la web; a mayo de 2025, DemandSage estimaba la existencia de 4.61 millones de podcasts indexados a nivel mundial; hasta inicios de este año había un total de 5.240 millones de usuarios activos de redes sociales a nivel mundial, lo que representa cerca del 63.9% de la población mundial; usan internet más de 5.560 millones de personas, y de éstos el 99% accede a través de teléfonos inteligentes.
Un mito que siempre me impresionó y que encontré de casualidad en la web aborda la muerte de Esquilo, dramaturgo de la antigua Grecia que llegó a afirmar que “la primera víctima de la guerra es la verdad”. Y es que mientras se había retirado a meditar o escribir a las afueras de la ciudad de Gela, sobre su cabeza impactó el caparazón de una tortuga arrojada por un águila, ave que desde el aire suele lanzar huesos contra el suelo para romperlos y alimentarse de ellos. El pájaro habría confundido la cabeza calva de Esquilo con una roca. Cuenta la leyenda que previo a su muerte, un oráculo le anticipó a Esquilo que un dardo venido del cielo lo mataría.
Hay que dudar.
El presidente de Argentina, Javier Milei, potente representante de la nueva-política-pop, sufrió una dura derrota en las elecciones bonaerense de este domingo 7 de septiembre, en las que perdió por 13 puntos de diferencia ante Fuerza Patria, frente opositor que aglutinó al peronismo. Analistas serios vienen argumentando que cometió múltiples errores de gestión y campaña, tales como creerse que lo sabe todo (síndrome de hubris), rodearse de aduladores que le ratificaban dicha autopercepción y convertirse en aquello que criticó y rechazó de la vieja política, antes de captar el poder. Aún puede corregir, la tortuga no ha caído en su cabeza.
Entender cambia la vida. Cuestionar y dudar, también.
Néstor Romero Mendoza
Asesor en comunicación política estratégica
Columnista www.vibramanabi.com