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Lo real es lo que está en la mente de la gente
Por: Néstor Romero Mendoza
Por Néstor Romero Mendoza
Publicado en 13/09/2025 09:44 • Actualizado 13/09/2025 09:46
PENSAR
Tras una semana del violento estallido social, Nepal volvió a la calma y nombró a Karki como la primera mujer en ocupar el cargo de Primer Ministro, designada por votación en una red social.

 

 La “protesta de la Generación Z”, “Bloqueemos todo” y la capacidad de los ciudadanos de organizarse sin organizaciones o estructuras jerárquicas tradicionales son la ratificación de la teoría de Clay Shirky en “Here comes everybody. The power of organizing without organizations”. Nos mueven causas a las que aprobamos o rechazamos, amamos u odiamos. Lo que importa es lo que la gente cree.

 

Es infinitamente superior lo que ignoro que lo que conozco. Por ejemplo, cómo es la gente de Nepal, República Federal Democrática que está entre la India y el Tíbet, cuna de Siddharta Gautama y tierra del deseo para quienes practican deportes extremos, algunos buscando conquistar el Everest. Esta semana, dicho país de Asia del Sur y sin salida al mar, tomó protagonismo en los noticiarios del mundo cuando una parte de sus 30 millones de pobladores, aproximadamente, salió a las calles y todo terminó volando por los aires.

 

Cuenta la historia universal que las protestas no surgen de la nada. Son la acumulación de hechos que resienten y llenan de bronca a las personas, aunque en ocasiones éstos traten de ser escondidos debajo de la alfombra por cierto sector de la opinión publicada o círculo rojo -término popularizado por Jaime Duran Barba- que comúnmente da vueltas a la redonda repitiendo discusiones sobre populismos, gobernabilidad, pugnas entre políticos, etc. Son asuntos que no angustian a la mayoría, cuya incertidumbre del futuro no está en el riesgo país, sino en el riesgo de vivir en su país. Y del bienestar de la economía del metro cuadrado que es, para un padre o madre, tener la posibilidad de salir al parque y servirse un helado con sus chicos, por lo menos. O en el derecho a querer ser tratado bien y por igual. O al acceso a servicios básicos, a ejercer la libertad de expresarse, decidir, autopercibirse. Son elementos de la sociedad horizontal y moderna que estamos viviendo.

 

Nepal. Semanas atrás, el Gobierno nepalí anunció que bloquearía el acceso a varias redes sociales que no cumplieran con la disposición de registro ante la autoridad nacional, medida que la administración del primer ministro, Khadga Prasad Oli, argumentó tomar contra el uso indebido de las plataformas digitales, en las que “usuarios con identificaciones falsas difundían odio y rumores, cometían delitos cibernéticos y perturbaban la armonía social”. La disposición fue ejecutada. Ahí nació la “protesta de la Generación Z”.

 

El 8 de septiembre fue lunes. Adolescentes y jóvenes salieron a las calles de Nepal, a rechazar el bloqueo de Facebook, Instagram, WhatsApp y X -empresas que no se sometieron a la supervisión gubernamental-, pero además denunciaban los fracasos de sus gobernantes, la corrupción cometida por éstos y la falta de oportunidades económicas y sin horizontes, según agencias de noticias. Aquel día, 19 personas murieron y cientos quedaron heridas, bienes públicos como el Palacio Presidencial empezaron a ser destruidos por los activistas, al igual que algunas casas y carros de lideres políticos oficialistas y opositores. Aunque Khadga Prasad Oli revocó rápidamente su proyecto de ley intentando frenar el caos, el daño estaba hecho y el estallido lo llevó a su dimisión, el 9 de septiembre. Para el 12 las protestas seguían, se contabilizaban 30 fallecidos y más de 1 000 heridos.

 

Binaj Gurubacharya escribía desde Katmandú para AP News que “muchos jóvenes están furiosos porque los hijos de los líderes políticos, los llamados “Hijos de Nepotismo”, parecen disfrutar de estilos de vida lujosos y numerosas ventajas mientras la mayoría de los jóvenes tienen problemas para encontrar trabajo. Con un desempleo juvenil del 20% el año pasado, según el Banco Mundial, el gobierno estima que más de 2.000 jóvenes abandonan el país cada día para buscar trabajo en el Oriente Medio o el sureste asiático”. Por volumen de PIB, Nepal es la economía número 103 del mundo. Su deuda pública a 2024 fue de 19.207 millones de euros, correspondiente al 47,87% del PIB. Cada niño que nace en Nepal, lo hace con una deuda de 622 euros bajo el brazo, aproximadamente.

 

Así, aunque la medida contra las redes sociales fue el detonante, los adolescentes y jóvenes de Nepal cargaban consigo años de resentimiento y angustia. Hay sentimientos y emociones potentes en la naturaleza humana y que inciden en su supervivencia, cotidianidad y, no puede ser de otra manera, en la política: el amor, la alegría, la tristeza, el odio, el miedo, la incertidumbre y la ira.

 

Estallidos como los de Nepal están en la otra esquina de cualquier país, con organizadores que no son organizaciones sino todos los protestantes. Son gente común que desconfía de los dirigentes políticos y los convierte en memes. Confían muy poco en las instituciones. Las tendencias que arrojan los estudios de opinión pública en diferentes naciones democráticas, determinan que no hay credibilidad en los partidos o movimientos políticos, cuyos lideres más activos parecen seres encerrados en sí mismos, que “solo hablan entre ellos y que no se preocupan de los intereses de los ciudadanos más que para vender una opción en un mercado electoral cada cuatro años”. Así lo reflexiona Manuel Castells, quien nos viene analizando desde los 90 a través de sus textos, clases y conferencias magistrales, exponiendo teorías sobre las dinámicas de la sociedad de la información y de la red, además de las posibilidades revolucionarias de las nuevas tecnologías no solo por su desarrollo, que es extraordinario, sino por el uso-aplicación que podemos obtener y dar a éstas, que puede amplificar el poder de los usuarios para tomar el control. Es lo que pasó con la mente humana que dejó de ser una herramienta para ser una fuerza productiva directa.

 

La democracia representativa colapsó y no como particularidad de una nación que en sí misma arrastra problemas sociales y económicos profundos y de pobreza extrema. Es un fenómeno global propio de la sociedad horizontal que vivimos y la inmensa posibilidad de alternativas que tenemos para conocer, aprender, comunicarnos y hasta compararnos con otros que están al otro lado del mundo y que parece están mejor que nosotros, cosa que antes solo podíamos hacer con los vecinos del barrio, la parroquia o la ciudad. Un ejemplo de lo mencionado es que Francia también paralizó esta semana cuando el colectivo autodenominado “Bloqueemos todo” (Bloquons tout, en francés), ocupó masivamente espacios públicos, provocó incendios y se desafió con las fuerzas de seguridad en la capital París, Lyon, Marsella y Rennes. El movimiento fue gestado en grupos de Telegram y pequeñas asambleas presenciales donde ciudadanos disconformes decidieron acciones de lucha frente a la política de austeridad impulsada por su Gobierno.

 

La “protesta de la Generación Z”, “Bloqueemos todo” y la capacidad de los ciudadanos de organizarse sin organizaciones o estructuras jerárquicas tradicionales son la ratificación de la teoría de Clay Shirky en “Here comes everybody. The power of organizing without organizations”. Nos mueven causas a las que aprobamos o rechazamos, amamos u odiamos. Y también nuestros instintos e impulsos. Hay obras maestras que son imperdibles, que se deberían revisar antes de morir. Miren “Parásitos” de Bong Joon-Ho, película que, de forma entretenida y trazos de humor negro, va intentando hacer una radiografía de la sociedad que somos, con las motivaciones, contrastes y frustraciones de la lucha de clases. Utiliza simbolismos poderosos como el olor corporal para hacer critica de lo estático de la movilidad social y las complejidades del ascenso, de la incapacidad de unos pocos para comprender la realidad de muchos (empatía). Pero al mismo tiempo, esta cinta surcoreana nos acerca a lo difícil que es distinguir entre quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios dentro de un sistema subjetivo e individualista. ¿Quizás todos somos un tanto víctimas y victimarios? El final de Parásitos es el mundo que habitamos, al final.

 

En Parásitos como en la política, lo que importa es lo que la gente cree. Ha reflexionado Jaime Duran Barba que es muy común que algunos políticos dediquen su tiempo a teorías inútiles, o traten de demostrar que son más vivos que sus adversarios. Se insultan, se ningunean, se enjuician, corren mareados en una puerta giratoria, en la que son alternativamente perseguidores o perseguidos. Se olvidan de lo más importante: aquello que quita el sueño o permite soñar a la gente común. La clave de la política contemporánea es la empatía, que los ciudadanos sientan que sus líderes se identifican con sus problemas y sentimientos, que son solidarios, buscan soluciones.

 

Las encuestas que se hacen en diferentes países dejan el resultado invariable el anhelo de cambio de la gente, más allá de la tendencia ideológica o partidista dominante del momento. ¿Cambio hacia dónde? ¿Izquierda? ¿Derecha? ¿Extremo cualquier cosa? No importa, lo importante es cambiar. ¿Y qué es el cambio? Es poder vivir mejor.

 

Hoy Nepal tiene primera ministra, Sushila Karki, reconocida por su lucha contra la corrupción y designada a través de una votación en un chat grupal de Discord, red social usada por 'gamers' para la transmisión de juegos en línea. Karki es la primera mujer en alcanzar el más alto cargo nepalí. Con ella, a la calle volvió una calma que durará lo que tenga que durar. Es cuestión de los nuevos tiempos.

 

Los humanos ni de cerca son presentaciones de Excel, PDFs, Power Points o supuestas “ideas creativas” de oficinistas públicos, ni dedican sus vidas a la militancia política partidista a modo de sacrificio para “llegar al cielo”. Tienen planes, insomnios, anhelos, pesadillas y muchas circunstancias más que tienen que ver con la realidad. En la política como en la vida, lo real es lo que está en la mente de la gente.

 

 

 

 

Néstor Romero Mendoza

Asesor en comunicación política estratégica

Columnista www.vibramanabi.com

 

 

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