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La crítica de Santiago Garcia a la película “La hora de la desaparición”
Publicado en 13/09/2025 10:14
QUÉ MIRAR

 La hora de la desaparición (traducción alocada local) es abrumadora. El elenco es de actores buenos de verdad y la presencia de la querida actriz Amy Madigan nos resulta particularmente perturbadora, pero a la vez feliz, porque ha sido recuperada para este personaje terrible en una película tan popular.

 

La hora de la desaparición (Weapons, Estados Unidos, 2025) es una de las películas de terror que más ha impactado en el año. Elogiada de forma casi unánime por crítica y público, se ha convertido en un tema de conversación por lo sofisticada que es su trama y lo impactante que es el terror que produce. Tiene suficiente material original para merecer los elogios que ha recibido, incluso cuando diste bastante de ser una película perfecta.

La narración inicial es de un niño, quién explica que un miércoles de dos años antes, en la ciudad de Maybrook, Pensilvania, diecisiete niños de la clase de tercer grado de la maestra de escuela primaria Justine Gandy (Julie Garner) salieron corriendo repentinamente de sus casas a las 2:17 a.m. y desaparecieron. Solo quedó un estudiante, Alex Lilly, justamente el narrador de la historia. ¿Qué pasó? ¿A dónde fueron? Nadie lo sabe, simplemente se los ve corriendo por las calles, tomados por alguna cámara de seguridad, hasta que se internan en la oscuridad. 

La narración no es lineal, por lo que luego pasamos a un mes después del incidente, donde vemos el punto de vista de la maestra del curso que es sospechada de saber algo de lo que pasó, incluso ser responsable. Cuando esa historia llega a su punto álgido, se pasa a otra con otro punto de vista y repite la operación. Cada nueva historia va armando el rompecabezas y en todos los casos siempre asoma algún elemento inquietante o perturbador. No solo es el montaje lo que brilla, sino una puesta en escena efectiva y llena de tensión. Por su estructura y por estos elementos, la película va manteniendo el interés del espectador con cierta facilidad. Pero cuánto más grande es lo que promete una película, más sube la exigencia con respecto a ella.

No es que el cine de terror sea un género limitado a la hora de tomarse libertades con el verosímil, pero en este caso hablamos de algunas escenas que parecen más un bache de guion que una forma de explicar el mundo en el que se narra la historia. A su fuerza narrativa hay que sumarle, tal vez, sus posibles lecturas más profundas, con el peligro que esto siempre conlleva. En esta desaparición de niños y familias encerradas y aisladas se pueden adivinar rastros de la pandemia y también del miedo al prójimo. Es evidente que la policía, intencionalmente, está puesta al costado, no interviene como corresponde ni da las respuestas adecuadas. Justamente, en una escena de una muerte violenta en la calle, nada termina con la aparición de la ley, ni un solo policía, más allá de los que aparecen al inicio y a uno de los protagonistas de la historia.

Si queremos no hacer interpretaciones, es perfectamente posible, queda la efectividad del terror logrado en las escenas iniciales y las finales, a las que, de manera inesperada, se les suma una fuerte cuota de humor. Como un cuento de hadas moderno, con bruja, terror y niños, La hora de la desaparición (traducción alocada local) es abrumadora. El elenco es de actores buenos de verdad y la presencia de la querida actriz Amy Madigan nos resulta particularmente perturbadora, pero a la vez feliz, porque ha sido recuperada para este personaje terrible en una película tan popular. El balance es muy positivo, aunque la inevitable sombra de una secuela pueda encontrar la manera de terminar convirtiéndose en realidad, aun cuando perfectamente todo podría darse por cerrado aquí.

 

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