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La crítica de Santiago Garcia a la serie "El refugio atómico"
Publicado en 03/10/2025 12:01
QUÉ MIRAR

 

Refugio atómico es una de las series más lamentables jamás hechas. Cualquier espectador sabe lo mala que es cuando han pasado los primeros minutos, pero dicen que el abismo llama y llegar hasta el final del primer episodio tiene recompensa: la certeza del papelón se confirma. A partir de ese momento, continuar puede tener dos motivos: incredulidad frente a la catástrofe que tenemos enfrente o un morbo vinculado con oscuros motivos sadomasoquistas. También se puede seguir viendo si uno es crítico de series. Por suerte, en la era del streaming, no existe esa categoría. ¿Quién en su sano juicio podría trabajar de ver algo como Refugio atómico? Lo que sigue, es una crítica de la serie, completa.

Esta serie de ciencia ficción arranca con la siguiente situación: la amenaza inevitable de una Tercera Guerra Mundial parece estar a punto de convertirse en una realidad. Un grupo de multimillonarios se refugia en un búnker de lujo llamado Kimera Underground Park. Las personas que se encuentran allí no son todas desconocidas y hay algunas cuentas pendientes sin resolver. El encierro y la incertidumbre los expondrá a tensiones crecientes, mientras el equipo que organiza y coordina el búnker intenta mantener el orden informándoles todo lo que pasa afuera al tiempo que convive en este arca de Noé plagiado de varias series previas. El final del episodio uno, sin embargo, tiene una vuelta de tuerca que lo altera todo. Todo lo que el espectador odia de ese inicio, se transforma en más odio, pero por diferentes motivos. Ahí hay una constante, cada nueva situación que se presenta es un golpe más fuerte a la tolerancia de los que sufren con cada minuto de la serie.

Cuando las series son tan malas, hay un momento en el cuál uno empieza a creer, tal vez como un mecanismo de protección, que hay algo de ironía y sentido del humor escondido. Cuando Tommy Wassau hizo la aberrante The Room (2003) descubrió que su mamarracho era un objeto de culto considerado una comedia de consumo irónico. Pero series de consumo irónico no son fáciles de encontrar, porque la pérdida de tiempo es mucho mayor. Diálogos imposibles, situaciones que parecen el producto de personas en una mesa pensando situaciones capaces de alargar lo que ya no debería existir. Un episodio de La dimensión desconocida o Misión: Imposible lo hubieran resuelto en menos de una hora. Esto que hoy llamamos la edad de oro de las series es en realidad el esplendor de la pérdida de tiempo, de la creación de contenido de relleno, la nada misma. Por una vez, los actores, algunos incluso buenos, no tienen nada para hacer, quedan atrapados con los personajes que protagonizan la serie.

Si no sirve el consumo irónico, mucho menos el análisis serio. Los supuestos discursos políticos lanzados al aire como un centro de estudiantes, pero de jardín de infantes, son de una credibilidad nula. Creadores de series que se tiran frases hechas para ver si alguna es cortada para aparecer en redes. No hay ideología en la serie, pero tampoco llega a convertirse en cinismo. Quieren tener éxito en Netflix, algo que nada tiene que ver con méritos artísticos. Refugio atómico tiene muchas cosas malas, pero tal vez tenga una buena: no querer ver durante muchos años otra serie española hecha para esta plataforma. Si esto es lo mejor que tiene España, entonces apuntemos a otro lado. El progresismo con el que venden sus productos comerciales de calidad inaceptable es demasiado infesto para los tiempos que corren. El episodio final deja cosas listas para una segunda temporada. Si llega a existir, ustedes me cuentan, hasta acá llegué yo. 

 El Refugio Atómico', serie Netflix | Estreno, tráiler, reparto, sinopsis

www.leercine.com.ar

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