Offline
Estrategias empresariales para enfrentar el cambio del costo del diésel en Ecuador
Por: Erick Lasso - @klassasesores
Publicado en 17/10/2025 16:08
PENSAR

 Un empresario que sigue pensando en términos de “cuánto perdí” quedará atrapado en el pasado; uno que se pregunta “cómo puedo hacer más y mejor con lo que tengo” está construyendo futuro.

 

El aumento del diésel a dos dólares con ochenta centavos por galón no solo modificó los precios de operación, cambió la manera de hacer negocios en Ecuador. Detrás de ese número hay una lección de liderazgo. Durante años, muchos sectores dependieron de un combustible barato que sostenía su rentabilidad y permitía postergar decisiones estratégicas. Hoy, sin ese respaldo artificial, las organizaciones deben demostrar si son realmente eficientes o si su modelo de negocio sobrevivía gracias al subsidio.

En el mundo empresarial, los verdaderos líderes se distinguen en la turbulencia. La eliminación del subsidio no representa el fin de la competitividad, sino la prueba más clara de que la planificación, la innovación y la disciplina pueden más que la queja. Ya no se trata de esperar un rescate estatal, sino de pensar con mentalidad de gerente, detenerse un momento para analizar, anticipar y actuar.

El primer paso es entender con precisión el alcance del impacto. Un gerente que no conoce cuánto incide el diésel en su estructura de costos, está navegando a ciegas si es que no ha considerado o desconoce la importancia del punto de equilibrio. En un negocio agrícola, el combustible mueve bombas, tractores y camiones que sacan la cosecha del campo; en una empresa de transporte, se determina el margen en cada contrato; para un exportador, este cambio de costo marca la diferencia entre ganar un cliente o perderlo frente a otro país más competitivo. Cada litro cuenta. Medir con datos precisos es crucial ya que nos permite decidir con inteligencia qué rutas mantener, cuáles reestructurar, dónde conviene invertir y dónde debemos recortar sin afectar la rentabilidad y las ganancias del negocio.

El segundo paso es cambiar la mentalidad operativa. Durante décadas, muchos empresarios ecuatorianos construyeron estrategias basadas en la estabilidad del subsidio. En la actualidad, esa certeza desapareció. Y aunque la transición duele, abre espacio para un nuevo tipo de gestión, con el fin de lograr superar este desafío. Las micro y pequeñas empresas, que operan en márgenes mínimos, deben descubrir el poder de la cooperación. Compartir transporte con otros negocios, coordinar entregas conjuntas o asociarse para comprar insumos no es debilidad, es inteligencia. El agricultor que organiza el uso colectivo de su maquinaria, está haciendo gestión moderna. El comerciante que planifica despachos semanales en lugar de diarios, está practicando eficiencia logística. La supervivencia ya no depende del tamaño, sino de la capacidad de adaptarse rápido.

Para las empresas medianas, el desafío es lograr sostenibilidad. El momento exige renegociar contratos con cláusulas de ajuste automático por combustible y usar herramientas de control, de optimización de rutas y monitoreo de flotas. No se trata de gastar más en tecnología, sino de usar la información para tomar decisiones más precisas. La gestión necesaria en estos casos, exige claridad en los números, no heroísmo. Un gerente que entiende su flujo de diésel controla su margen; uno que no lo mide, pierde el control sin notarlo. En las grandes corporaciones y exportadoras, el enfoque debe ser estructural. El diésel impacta en cada etapa de la cadena de logística; transporte interno, traslado al puerto, distribución internacional. La respuesta no puede ser improvisar. Quien tenga la escala para liderar acuerdos sectoriales, compartir datos de consumo y modernizar flotas no solo reducirá su costo, sino que ganará influencia en varias industrias.

Liderar la eficiencia en un entorno de cambio es una forma de posicionamiento competitivo. El empresario que impulsa una mesa técnica para definir estándares de transporte o que propone tarifas racionales está ejerciendo liderazgo real, no político.

Por su parte, el Estado tiene un papel que no puede eludir; debe acompañar al sector productivo sin volver al error del subsidio. Eso se logra con crédito productivo a proyectos verificablemente viables y sostenibles, para motivar el crecimiento de las industrias y asegurar a su vez el retorno económico al Estado, mediante tasas de interés coherentes con la realidad nacional, reglas claras y seguridad en las carreteras. Una línea de financiamiento a tasas preferenciales puede marcar la diferencia entre sostener un negocio o cerrarlo; una estrategia de precios estable, le permite al empresario tener datos predecibles y planificar sin temor. No se necesita volver al subsidio, se necesita confianza y visión de largo plazo.

Pero más allá de las cifras y las normativas, este cambio revela algo más profundo, la madurez empresarial del país. Quienes entiendan que el nuevo costo del diésel es una invitación a modernizar procesos, a revaluar hábitos y a apostar por una cultura de eficiencia, estarán un paso adelante. La transformación empieza en la mentalidad. Un empresario que sigue pensando en términos de “cuánto perdí” quedará atrapado en el pasado; uno que se pregunta “cómo puedo hacer más y mejor con lo que tengo” está construyendo futuro.

El liderazgo, en tiempos de ajustes, no se mide por el tamaño del balance, sino por la capacidad de mantener al equipo motivado, informado y enfocado. Un gerente que comunica con transparencia, que explica el porqué de los cambios y que involucra a su gente en la búsqueda de soluciones genera pertenencia y liderazgo. Y cuando hay pertenencia, hay resiliencia. Esa es la verdadera ventaja competitiva en un país donde los precios cambian, pero el ingenio sigue siendo nuestro recurso más abundante.

El costo del diésel es hoy un espejo del país. Refleja cuánto dependíamos de un sistema que ya no se sostiene y cuánto potencial hay si decidimos avanzar sin excusas. Las empresas que saldrán fortalecidas serán aquellas que vean en este momento una oportunidad para transformarse, para medir mejor, para planificar con visión y actuar con carácter. La época de los subsidios terminó; la de la estrategia recién comienza.

 

Erick Lasso

Ingeniero en Administración de Empresas y Máster en Gestión Estratégica y Alta Dirección

Gerente General de KLASS ASESORES  - @klassasesores

Columnista www.vibramanabi.com

17/10/2025 

Comentarios
¡Comentario enviado exitosamente!

Chat Online