Camina o muere (The Long Walk, Estados Unidos, 2025) se suma a la larga lista de adaptaciones del escritor Stephen King. No hay otro autor contemporáneo que haya tenido tanto interés para los realizadores de cine y televisión. Tan popular es su obra que incluso hay series y películas que reconstruyen su universo sin adaptarlo directamente. La larga marcha (The Long Walk) es una novela distópica escrita por King publicada bajo el seudónimo de Richard Bachman en 1979. Aunque muchos se sienten invitados a interpretarla con los ojos del presente, su origen es muy diferente a una lectura del Estados Unidos actual. Por supuesto que una obra puede ser actualizada a lo largo de las décadas, pero la alegoría política no es tan rigurosa ni compleja como tomársela tan al pie de la letra. Para los que quieran verla como un texto de carácter político, este título podría unírsele a Guerra civil (Civil War, 2024) de Alex Garland.
En un futuro distópico, en un Estados Unidos alternativo, un grupo de adolescentes participa de una competencia llamada La larga marcha, donde deben caminar sin descanso. Si se detienen, o bajan la velocidad o si se desvían del camino, mueren. Militares los acompañan y les disparan si no cumplen con las reglas. La caminata concluye cuando solo queda un sobreviviente, quien recibe un premio en efectivo y el cumplimiento de un deseo. El líder del régimen, un misterioso oficial conocido simplemente como El mayor (Mark Hamill), los acompaña durante el día en un jeep y los va arengando y amenazando mientras dura la competencia.
La historia tiene puntos en común con Los juegos del hambre, tanto el libro del 2008 como la saga cinematográfica que comenzó en el 2012. Pero ambas tienen antecedentes que se remontan hasta la mitología clásica. Lo curioso es que para dirigir Camina o muere eligieron a Francis Lawrence, quién ha dirigido varias de las películas de Los juegos del hambre, en realidad todas menos la primera. Aunque en este caso la producción se ve mucho más humilde y los escenarios sin decorados son a cielo abierto y en el presente, la temática tiene evidentes conexiones. La principal diferencia es que en este largometraje el tono es más dramático y mucho más violento, con escenas explícitas que Los juegos del hambre no ha tenido nunca.
Todo está a la vista en Camina o muere, no hay posibles reflexiones ni análisis más allá de los hechos concretos. Se trata de un relato limitado, con buenos momentos de suspenso y con muchas obviedades. Las alteraciones con respecto al texto original sorprenderán a los lectores de Stephen King pero no tanto a los espectadores, demostrando que los caminos que transitan no son muy originales. Como toda película con una competencia, el interés se mantiene hasta el final, incluso cuando la trama se extiende demasiado, no hay nada que invite a dejar de mirar la historia hasta que concluye.

Santiago Garcia
www.leercine.com.ar