Lograr que una obra trascienda al juzgamiento de arte precisa que éstas, al ser concebidas y ver la luz, sean impredecibles, con cierto dejo de incorrección, burla del sistema establecido y sus imaginarios, algo de locura y mucho de sensatez y sentido, aun en la simplicidad.
Nuestros días representan el auge de los profetas del futuro. Nacer-comprar-morir. Así, en cambio, aparecen como apósteles de la memoria y el presente Mariano Cohn y los hermanos Gastón y Andrés Duprat. Con su “Bellas Artes” (2024 - Disney+) son capaces de hacer bailar entre las nubes al espectador pues, básicamente, es una serie que se siente más dulce que agria, amable, cuya comedia fina funciona, se deja ver sin necesitar lugares comunes salvo para irse en contra de éstos, boicotearlos, reventarlos. No necesita de hipótesis para conectar con un tiempo y espacio que signifiquen humanidad. La creación y exposición de ‘El monumento a la estupidez humana’, por ejemplo, choca de frente contra el ‘todo se puede’ y el ‘todo es ya’, transmitidos por el positivismo tóxico que rompe los límites entre ser y creer.
En dos temporadas, 12 capítulos en total, Bellas Artes aborda los días de un historiador de arte, irreverente, culto, disruptivo, cascarrabias, sofisticado. Responde al nombre de Antonio Dumas (Oscar Martínez). Arranca cuando él participa en un concurso por el nombramiento de director de un museo de arte contemporáneo en Madrid, el cual gana. Tras asumir, empieza su travesía por la cosa común de la burocracia y las formas y el aroma del arte, convirtiendo la rutina en condiciones delirantes, imposibles, divertidas, que llevan a pensarnos de manera distinta porque la gente no es la misma siempre.
Oscar Martínez consigue un personaje querible a pesar de su antipatía, que es a la vez la natural simpatía de un espíritu libre, que entiende al arte sin para qués, pues es redundar. Los demás actores y actrices cumplen con lo suyo y reman para delante.
El cine es capaz de reflejar la belleza de la luz, el sonido y el movimiento para alcanzarnos a recordar que cada circunstancia pasará. Pues todo pasa. Y si no, toca cambiar. Porque todo cambia. Lo contrario es el estancamiento que tiene la poderosa suficiencia de podrir elementos vitales como el agua, y hasta la misma vida. Bellas Artes es una coincidencia que se entiende, un mundo en sus estados puros.

Néstor Romero Mendoza
8/11/2025